sábado, 6 de febrero de 2016

"El Hombre que Quiso Entrar en Auschwitz"



Pese al nombre de marquesina y su tremebunda referencia a la  mansión de la muerte nazi es un muy buen libro dentro de la crónica personal.

“El hombre que quiso entrar en Auschwitz” hasta hace muy poquito tiempo se atrevió a divulgar su historia, más movido por causas y azares del destino, que por vanidad.
En realidad, no es este el recuento de hazañas heroicas y eventos dignos de rememorar, aunque tiene algo de esto, y mucho más.

Y es que el autor inglés cuenta el cuento cuando los cuentos deberían ser contados, en la vejez y en espera del destino manifiesto de todo mortal, mejor así, cuando  no hay nada que perder,  excepto el cuerpo.

Entretenidísimo, demorado a ratos, rápido en otros puntos, pero lo mejor insospechado al final, es una de esas historias que te pueden llevar a creer que Edipo Rey bien vale la pena de ser leída, hasta por nosotros, los  nada ilustres.


Su reclusión en el ejército,  la batalla del norte de África, la vida de un prisionero de guerra, la suerte o estupidez de salvar la vida(al final del  relato del libro se sabe por qué), hecho que prueba que no  solo A San Pablo salva de la muerte Dios, sino también a los  forasteros de quinto asiento, y, mejor aún  el cierre de la obra, tan inesperado, como impactante, convierten esta memoria en uno de los libros del género infaltable, sobre todo para quien como yo, encuentra razones para  ahogarse en todos los charcos de  invierno.

El libro no trata sobre una historia bonita, ni de una superación del concepto humano de ética y moral.  Aún más, después de haber leído alguna bibliografía sobre diarios, crónicas y memorias generadas a partir del epicentro de la masacre nazi, me destilo por añejar este libro como una encrucijada   impresionante, incluso en momentos históricos donde pareciera que reina y gobierna el desorden, las directrices del poderoso, el dictamen matemático del fascismo.

Una palabra te puede cambiar la vida, la fila de la muerte o la fila de la vida, un paquete de cigarros puede ser la diferencia entre 50 segundos  de muerte súbita o  50 años  de una vida tan normal y tranquila, que pareciera que hay hilos detrás  que controlan el telón de la existencia.

Sin supersticiones ni inflamaciones místicas, a cada quien lo que le toca, y a nosotros nos corresponde un libro  cuya naturaleza y mejor presentación es su relato peliculesco, aunque,  apoyado por   datos de evidente consumación histórica.
Toda una joya de registro personal.

Denis Avey nos muestra porqué algunas cosas deben ser dichas, no pensadas.

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